Hoy se celebran en Indonesia las cuartas elecciones presidenciales y legislativas de su reciente democracia. Indonesia es el cuarto país más poblado del mundo y el mayor de población musulmana con 270 millones de habitantes.
Si bien es cierto que Indonesia ha prosperado económicamente en los últimos 20 años, hemos de señalar que los principales rubros de crecimiento proceden de la tala de sus bosques para venta de madera y del aceite de palma, actualmente en entredicho. Los bosques diezmados ponen en peligro las opciones del país para la lucha contra el cambio climático y el aceite de palma ha caído en el mercado internacional por la prohibición como componente en los países occidentales en todo tipo de productos.
Las personas llamadas a votar superan los 192 millones y de ellos 80 millones se sitúan entre los 18 y 35 años, convirtiéndose en un sector juvenil al que dirigir la campaña electoral.
El actual presidente, Joko Widodo, a quien todo el mundo conoce como Jokowi, se presenta a la reelección con un alto porcentaje de intención de voto del 60%, frente al 40% de su competidor el exgeneral Prabowo Subianto, quien ya perdiera las elecciones en 2014 frente a Jokowi. Además de la presidencia y vicepresidencia, por primera vez coinciden las legislativas, lo que ha supuesto una enorme movilización de candidaturas y una campaña electoral inmensa por todo el país.
A destacar la situación de incremento del Islam en Indonesia, incluidos los estamentos políticos y militares, una fuerte implantación en los ámbitos locales de la ley islámica o Sharia, y una enorme corrupción política que salpica a una inmensa mayoría de los partidos políticos.
Uno de los principales riesgos que se corren en estas elecciones, pasa por la repetición de los resultados ajustados que se produjeron en 2014 entre los mismos contendientes. El general Prawobo ya ha declarado que acudirá al «poder del pueblo» si se producen los mismos hechos de fraude que denunciara en las anteriores elecciones. Prawobo se ha rodeado de empresarios emergentes y exitosos y cabe la posibilidad de que la distancia actual en la intención de voto se recorte a su favor. Opino que si la diferencia entre ambos candidatos no es clara y contundente Indonesia se podría enfrentar a una desestabilización que pondría en peligro la convivencia pacífica en el país y en la zona.
Confiemos en que los indonesios sepan abordar las elecciones y los resultados de una forma democrática, alejando cualquier posibilidad de involución que muchos intereses están provocando.
*Artículo de opinión de Francisco Pineda, experto en Relaciones Internacionales y Cooperación al Desarrollo y director de Paz y Desarrollo, publicado originalmente en Diario Córdoba el 17/04/2019.