¿Final del Estado Islámico?

Con la caída del último bastión en poder del Estado Islámico en Baguz, al este de Siria, podría afirmarse que la configuración de un Estado como tal, que implica territorio y población, ha desaparecido. Después de haber controlado una población de algo más de 6 millones de personas y una extensión territorial de 210.000 km cuadrados en los países de Siria e Irak, durante un periodo de cinco años, ISIS ya no controla ninguna población habitada. Pero eso no debe entenderse como la derrota o desaparición total de Estado Islámico. Nada más lejos de la realidad.

En primer lugar, dentro de los propios territorios que hoy se clasifican como liberados por la coalición internacional y la fuerzas democráticas sirias, aún existen miles de radicales islamistas divididos en innumerables células camufladas entre la población civil y viviendo en las zonas más desérticas indetectables al estar compuestas por muy pocas personas. Sin duda, el Califa Al-Baghadi, que nadie sabe dónde está, se encuentra reformulando nuevas estrategias para mantener la lucha de Estado Islámico en todas sus formas. Entre ellas debemos destacar la actuación en occidente de los “lobos solitarios” o no tan solitarios. Pequeñas células durmientes que se activarán de inmediato para poner en jaque la seguridad de varios países occidentales manteniendo viva la esperanza del Califato.

En segundo lugar, y no menos importante, durante este periodo se han puesto en marcha muchos grupos de apoyo a ISIS, tanto en África Occidental como en Asia, que aún permanecen activos al 100% y que intensificarán ahora sus acciones al sentirse amenazados por el vuelco hacia sus zonas de la acción de la coalición internacional.

Por último, la concentración de toda la acción de lucha por parte de la coalición internacional hacia la realidad del Estado Islámico, ha abandonado el seguimiento y control de la expansión de los grupos del Al Qaeda, que hoy por hoy se han reorganizado y suponen un serio peligro, ya que intentarán retomar sus acciones de terrorismo y ocupar el posible espacio reducido a ISIS.

Según lo anterior, nos enfrentamos a un periodo de muchas incertidumbres respecto a las acciones terroristas que pueden implementarse de manera inmediata, sean procedentes de ISIS o de Al Qaeda, sean de lobos solitarios o de células durmientes, sean en occidente o en los territorios de las filiales de Estado Islámico.

Estados Unidos se ha apresurado a vender el fin del Estado Islámico, lo que a nivel mediático puede darle algún resultado, pero haríamos mal en dar por finiquitado este triste episodio de terror. Los niveles de seguridad deberían ser elevados y colocarnos en un situación de máxima alerta. Los coletazos de ISIS pueden ser devastadores y el accionar de Al Qaeda puede resultar brutal. Por ello, los laureles de la victoria deben quedar aparcados y centrarse ya en los operativos de prevención que intenten minimizar los efectos de las inminentes acciones terroristas de una guerra que no ha acabado.

 

*Artículo de opinión de Francisco Pineda, experto en Relaciones Internacionales y Cooperación al Desarrollo y director de Paz y Desarrollo, publicado originalmente en El Mundo Financiero el pasado 24/03/2019.

 

Deja una respuesta