Las movilizaciones masivas del 8M nos vienen dejando una evidencia: este será el siglo de la igualdad real entre hombres y mujeres. Ahora bien, para que no caigamos fácilmente en la creencia de que con la presencia en la calle todo está hecho, hemos de plantearnos con seriedad cómo abordar el asunto de la igualdad desde el ámbito de lo político, recordando aquella máxima que sentenciaba «lo que no está en el BOE no existe».
Ya es el segundo año del tsunami feminista en las calles españolas y cada vez más del resto del mundo, reivindicando la igualdad real que implica la desaparición de todo tipo de discriminaciones y de todas las violencias que sufren las mujeres por el hecho de serlo.
La mujer sufre todo tipo de explotación y esclavitud en todo el mundo y hemos de contemplar esta Revolución por la Igualdad como asunto del planeta. Brechas salariales, techos de cristal, pensiones mas bajas, asunción de los cuidados y discriminación en razón de su edad, raza, religión u orientación sexual. Devolver a la mujer lo que le hemos robado durante 20 siglos se convierte en el XXI en la expresión máxima del una especie que avanzamos hacia el complejo mundo de la felicidad.
Cambiar esto, revolucionar los concepciones patriarcales, llevará su tiempo. Pero es desde el ámbito de la legislación, la educación, la sanidad, el empleo, el código penal y las relaciones entre personas donde hemos de iniciar y concretar el proceso de transformación total. Y todo lo anterior solo se puede conseguir desde el ámbito de la política. Por ello, será imprescindible que uno de los resultados de las movilizaciones tan masivas sea el análisis concienzudo de las propuestas electorales en los programas que presenten los partidos políticos. Saber discernir quiénes apoyan de forma abierta y clara la traducción al BOE de las políticas feministas hacia la igualdad real.
Naciones Unidas ya recoge en sus Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) la incorporación total de la mujer y la igualdad en todos los campos y términos en la Agenda 2030. En ese camino no podemos dejar atrás a las mujeres del mundo empobrecido que sufren a mayor escala los efectos de la represión machista.
Así que a fuerza de movilizaciones masivas podemos expresar nuestro sentir, nuestras demandas y nuestras aspiraciones, pero si no conseguimos traducir las mismas en legislaciones por la igualdad real desde los parlamentos y congresos, difícilmente conseguiremos el anhelo revolucionario de mujeres y hombres con las mismas oportunidades, los mismos derechos, los mismos deberes y responsabilidades. Este periodo electoral en el que estamos inmersas podría ser un buen momento para colocar a cada quien en su sitio.
*Artículo de opinión de Francisco Pineda, experto en Relaciones Internacionales y Cooperación al Desarrollo y director de Paz y Desarrollo, publicado originalmente en Diario Córdoba el pasado 16/03/2019.